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Anécdotas valiosas con moralejas importantes

Anécdotas valiosas con moralejas importantes
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Mi adolescencia no la recordaba con demasiado entusiasmo, ciertamente no hay a nadie a quien culpar. Algunas combinaciones fatales del destino como mi nombre y apellido, entre otros tantos factores, hicieron imposible que yo encajase de forma normal y me convirtieron en la bruja del grupo, un apodo al que le saqué mucho provecho, por lo que tengo que agradecer a los astutos que lo promovieron. Brenda Musso fue la primera ex compañera que me contacto con la idea de formar un grupo de egresados, francamente al principio no me entusiasmó la idea… Pero me dio mucho gusto conocer de su vida… ¡Su lucha y sus victorias! Aunque no éramos muy cercanas en la secundaria debido a que veníamos de grupos diferentes, después de más de 25 años, nos hablamos francamente y me dio gusto saber que siempre tuvimos mucho más en común de lo que parecía a simple vista, así que terminó por contagiarme las ganas de hacer el grupo y lo creé, con ella como miembro fundador. Ahora con más de 25 años de distancia y 7.400 km entre Buenos Aires y la ciudad de México, donde hoy vivo, somos casi 20 los miembros del grupo de facebook : Egresados 85 - Instituto Abraham Lincoln
Y qué gusto me da! Ahora los puedo ver mejor, y me vienen en mente valiosos recuerdos que me hacen cambiar de opinión acerca de mi paso por la secundaria. Ahora cuando veo a Luis Jacinto Armentano me llega a la mente el día que entró a clases con su cabeza rapada, para cumplir con la apuesta que había hecho con el “radical” del grupo… Yo casi lo mato, se me hizo injusto y se lo dije:  - No debías cumplir con esa promesa “mengano” (que era como le llamábamos) todos sabemos que si los “justicialistas” hubieran ganado las elecciones de 1985, él no se hubiera cortado su pelo que tanto adora…
A lo que contestó con una entereza admirable:
- Tal vez, pero yo no soy así, y debo cumplir con mi palabra.
¡UN HÉORE MI COMPAÑERO! Tenía poco más de 15 años y se rapó, porque lo único que importaba era su dignidad, y le demostró a todos los alumnos de la escuela que su palabra tenía valor. Encontrar a Hebe Piñero y verla con sus alumnos de preescolar, con su sonrisa tan sincera y espontánea como en los ‘80, me dio una inmensa alegría, una mujer triunfadora como pocas! 
Mi compañera estudiaba en la mañana y trabajaba en las tardes de auxiliar de kínder (jardín de infantes). Cuando teníamos un rato libre, ella aprovechaba el tiempo para recortar las cartulinas de coloro o pegar la brillantina (o la diamantina) y terminar el material que ocuparía con los niños que atendía con tanto esmero en la tarde. Coleccionaba frases célebres que nos motivaban a ser mejores. Afortunadamente la vida no le dio ninguna vuelta traicionera y hoy… Hoy es una orgullosa mamá y maestra de jardín de infantes que siembra valores a todo su alrededor… UNA MUJER QUE HACE LA DIFERENCIA EN ESTE MUNDO LLENO DE HIPOCRESÍAS Y FALSAS VANIDADES. Bueno y si de caballeros se trata hay que destacar a Lito Alagastin ¡Qué falta de memoria e injusta de mi parte, es decir que todos los argentinos son iguales!
Hay muchas situaciones que demuestran la caballerosidad de mi compañero “fan de OZZY”, pero la que mejor lo describe fue la vez que en el primer día de llegados a Bariloche de viaje de egresados, nos fuimos caminando hacia la primera montaña que podíamos a ver con nieve, nos fuimos caminando por el monte, éramos como media docena, yo la única mujer, y ya después de mucho caminar empezaron los comentarios vulgares y las insinuaciones indecorosas de algunos de mis compañeros, hasta el punto de que el paseo de placer se convirtiera en una situación muy incómoda y echando mis habituales maldiciones me di la media vuelta y me volví sola monte abajo.

Poco antes de llegar a la civilización vi a unos hombres con perros, parecían cazadores furtivos y con todos las groserías que seguían rebotando en mi cabeza me imaginé lo peor, entonces no me quedé viendo qué pasaba, salí corriendo como nunca en la vida y los perros empezaron a seguirme, cuando me di cuenta corrí aún más, lo que parecía imposible, pero logré dejar a todos atrás, incluso a mi compañero, que a discreción, venía escoltándome sin acercarse demasiado a sabiendas de que yo estaba muy molesta, TODO UN CABALLERO QUE NO BUSCABA RECONOCIMIENTO.

Estos son algunos de mis mejores recuerdos de compañeros, personas en verdad muy especiales. Gracias por recordarme anécdotas valiosas con moralejas importantes, ahora que los recuerdo bien, me entusiasma pensar que algún día llegará el momento de que sus hechos heroicos se los describiré a mis hijos para enseñarles cómo se reconocen a las personas que embellecen nuestras vidas.

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