Rompe el efecto dominó
Cuando era adolescente, tenía una compañera a quien yo no le agradaba, en ése entonces yo era una de las menos populares en la escuela así que no era de extrañar, sin embargo ella a veces me dirigía la palabra con gentileza, a la hora del recreo me pedía dinero porque rara vez le alcanzaba para lo que quería, lo que ella no sospechaba era que yo contaba el dinero que le daba y esperaba que algún día me lo devolviera como algo lógico y natural.
Llegó el día de recordarle y se ofendió, contó monedas, pidió más a otra compañera y aún así no alcanzaba, pero le dije que me diera lo que tuviera, entonces más ofendida aún me dijo a los gritos:
- ¿Las quieres? Tómalas!
Tirándolas todas de un manotazo frente al salón, porque ella se sentaba en el primer lugar de la fila del medio de la clase, así que ya pueden imaginarme levantando cada centavo esparcido en el piso...
Esta no fue la única vez que me encontré, encuentro y encontraré, sigo encontrándome en esta situación...
Ahora estas actitudes en las escuelas se las ha denominado bullying, pero no es algo nuevo, sólo es nuevo que los adultos de hoy en día ven y enfrentan.
Enfrentarse a la realidad es la única manera de cambiarla
Así como temblaba a los 14 años para pedir lo que me correspondía, así mismo, a veces me sigue pasando a los superados 40 años. Tal vez no se nota mucho mientras no me ven el pulso, pero sí es difícil y sí sé a qué voy a enfrentarme, pero a estas alturas aprendí mucho más, aprendí que estas actitudes no son de un par de personas, es un efecto dominó que viene desde lejos en tiempo y distancia.
Aprendí sobre todo, que si yo no logro detenerlo a mi altura, entonces afectará también a mis hijos... Y éste... Éste es el motivo más grande que me empuja a decir HASTA ACÁ!
Entiendo a los presidentes que presionan a los ciudadanos sometiéndose a los poderes internacionales, entiendo a los empresarios que presionan a sus empleados para mantener en pie la empresa sometida a las políticas gubernamentales, a los empleados y padres de familias que llegan molestos por todo a la casa y descargan la impotencia con sus familias, incluso a las madres que hastiadas terminan por someter a sus hijos cómplices del efecto dominó... Los entiendo porque aún no saben que sí se puede revertir esto, puedes ser justo y hablar claro en la dirección correcta. Parar el efecto dominó!
Seguramente, cuando empiezas a girar en otro sentido todo tu entorno se sentirá molesto, incluso a muy pocos les guste el cambio, recuerdo que mis otros compañeros cercanos al acontecimiento de las monedas de a centavo, sentían vergüenza ajena y hasta por un momento me dio la sensación de que a quien veían mal era a mí, como a alguien que afecta la tranquilidad por unos centavos... pero no se trata del hecho en sí, sino de la actitud constante. ¿Tú sabes cuándo vas a detener el efecto? ¿Lo dejarás para el lunes como la dieta?... Tal vez te preguntas: ¿Será esta una buena razón para dar mi opinión? Entonces piensa... Si estás seguro de estar en lo cierto, es suficiente razón!
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