Todo pasa, todo queda, pero lo nuestro es pasar

LAS PÉRDIDAS FORMAN PARTE DE LA VIDA
Cuando yo tenía entre 6 y 9 años, tenía una compañera en mi salón que padecía de una enfermedad y murió. Lo que más recuerdo de esa experiencia, es la charla con mi mamá caminando hacia la casa; ella trataba de explicarme qué significaba la muerte, lo empezaba a razonar, pero lo sentí cuando me dijo:
- Yo también algún día moriré.
Entonces, sí lloré. Pasaron muchos años y lo recuerdo como si fuera ayer.
Aceptar que en la vida siempre habrá pérdidas, nos ayuda a sobrellevar los avatares de la vida. La pena seguirá ahí pero no nos tomará por sorpresa y el dolor, entonces, no se convierte en un enemigo, sino en un viejo conocido al que no hay que combatir sino aceptar y comprender.
Yo no sé que es perder un padre o una madre, pero un día tomé la decisión de dejar ir a un hijo.
EL DOLOR TAMBIÉN ES UN BUEN ACOMPAÑANTE
Vivir siempre condicionados por el dolor del pasado o por el miedo a un posible sufrimiento en el futuro no ayuda, pero si nos centramos en nuestra vida presente y nos dejamos acompañar de todas las experiencias que la vida nos ofrece, nos hacemos más fuertes, más sabios, más empáticos. El dolor, la tristeza, la ira... también forman parte de nuestra realidad.
Hace muchos años, lloraba mucho y un día acepté un trabajo temporal para alejarme de mi autocompasión, estaba sola en toda la oficina y en la radio, que siempre estaba prendida, empezaron a hablar de cómo llorar, de cuanto tiempo debería durar.
TENEMOS DERECHO A ESTAR TRISTES, PERO CON MEDIDA
Negar el dolor no nos ayuda a restablecer el equilibrio. Tampoco alargar nuestro sufrimiento. Darnos permiso para sumergirnos en el dolor y expresar todas las emociones nos permitirá vivir el duelo y sus fases, para luego superarlo y dirigir nuestra vida hacia un nuevo rumbo.
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