Hace muchos años, en un país lejano, yo estaba en la escuela, cantando una canción en coro con todos mis compañeritos de alrededor de 7 años, con una rosa en la mano y frente a todos los alumnos de la escuela formados, prestando más atención a todas las mamás esparcidas en el patio de la escuela que a la letra de la canción para poder ubicar a mi mamá, preocupada porque el siguiente paso era darle la rosa a mi mamá como lo harían todos los demás... La canción terminó, todos salieron corriendo y poco a poco salí de la formación para acercarme al público deseando por fin encontrar a mi mamá, entonces vi a una maestra con su enorme panza junto a sus alumnos, me acerqué a ella y le di la flor que ella no esperaba... Se emocionó y me abrazó fuerte aunque mis brazos estaban caídos. La siguiente imagen que puedo recordar es el largo camino de salida de la escuela, iba caminando con algunas amigas cuando vi a mi mamá corriendo hacia mí, llegó tarde, pero hizo el intento y me invadió un sentimiento agridulce, no podía estar contenta, porque mi sorpresa nunca la vio.

Ahora soy mamá, y también soy una mujer trabajadora, ahora cuido mucho de estar ahí donde mis hijos esperan encontrarme, aunque no siempre lo logro... Ahora sé que lo que una madre siente en esos actos es más intenso de lo que a ésa edad ningún hijo/a se imagina... Ahora sé que a veces he sido injusta con mi mamá, y hoy, que vengo del festival del día de las madres de la escuela de mis hijos, quiero decirle que fue muy importante para mí tener una mamá trabajadora, una mamá que me enseñó lo valiosa que es una mamá que además de dar cariño aporta su trabajo en esta sociedad, con estas palabras quiero felicitar a todas esas mamás que como ella, a veces tienen que partirse en dos para cumplir con todas sus responsabilidades y que cuando no llegan a tiempo tienen que mantenerse enteras para seguir adelante y no perder un segundo más llorando el momento que ya no va a volver jamás.